sábado, 30 de junio de 2018

Al mediodía

Primer canto de la chicharra

Ahí está la pared

Que separa mi vida y la tuya

viernes, 29 de junio de 2018

jueves, 28 de junio de 2018

Estoy tranquila

Un sueño me ha devuelto lo que la realidad me quitó

miércoles, 27 de junio de 2018

martes, 26 de junio de 2018

lunes, 25 de junio de 2018

Te prohibo

Que te mueras antes que yo

domingo, 24 de junio de 2018

sábado, 23 de junio de 2018

Este sueño me devuelve la paz

De tus besos

Te beso en el pecho

Y veo la huella de mis labios fucsia en el lado izquierdo de tu camisa

La alegría de un sueño

Es lo que necesitaba

viernes, 22 de junio de 2018

jueves, 21 de junio de 2018

Como yo te amo

Como yo te amo
Convéncete
Olvídate
Recuérdalo
Nadie te amará
Nadie te amará

lunes, 18 de junio de 2018

sábado, 16 de junio de 2018

Ninguna amiga

Me quiere

Me siento tan mal

Estoy tan triste

Cómo me gustaría tener marihuana

Aquí en Alemania

Por ella

Desde entonces no se me quita ese pesar

Yo tenía sueño y le dije que iba a dormir

Pero luego no pude y esta mañana al despertar he sentido un malestar muy grande

Entonces empezó a decir qué extraño

Qué penita que la relación acabe así

Anoche me preguntó cómo estaba

Y le dije que no me decías nada y eso me dolía

Mi prima tenía mucha envidia

De que nuestra relación hubiera ido creciendo

martes, 12 de junio de 2018

domingo, 10 de junio de 2018

viernes, 8 de junio de 2018

jueves, 7 de junio de 2018

miércoles, 6 de junio de 2018

Y la calle y la iglesia de san José

Donde me comí un trozo de tortilla de patatas con mis dos hijos

La plaza de la Trinidad y la de Santo Domingo

Dos nuevos descubrimientos ayer en Granada

Iba a decir un adjetivo

Una puta funcionaria

A mí me gusta tener experiencias

Ya sé lo que es ser una funcionaria

lunes, 4 de junio de 2018

Ojalá que te vaya bonito

Ojalá que te vaya muy bonito

domingo, 3 de junio de 2018

Este chico tiene un problema

Cogí el coche después de meses sin conducir más allá de mi pueblo. Era de noche y tenía que recoger a mi hijo que venía de Murcia. Llegaba a las 21:40. Yo salí de Los Llanos sobre las nueve y media, y diez minutos más tarde lo estaba esperando en la estación de Vera.
Había un chico con gafas, sentado en un banco y con una mochila al lado. Imaginé que también esperaba el mismo autobús. Y al fondo, de pie, había otro chico con gafas, moviéndose con un móvil en la mano y los auriculares puestos.
El autobús venía con retraso y empezamos a hablar. Se acercó a mí sin dejar de mirar el teléfono y, con el susto que yo llevaba encima, entendí que el autobús ya había pasado.   Pero no era posible: el otro chico esperaba, yo había llegado con solo dos minutos de retraso y mi hijo no estaba allí.
El problema era que el suyo sí había pasado y ya no había otro hasta la mañana  siguiente. Venía de Roquetas de Mar de visitar a su familia y se dirigía a Cuevas del Almanzora, donde trabajaba el próximo día, pero no conseguía comunicarse con sus colegas para que vinieran a recogerlo. Había un taxi en la parada, pero como el bus no venía se fue, y él lo miró atónito mientras se largaba. Ya no lo puedo coger, murmuró.
Le conté un poco lo que me pasaba, mi estado de ansiedad. Él le quitaba importancia, eso no es nada, me decía, eso se quita conduciendo. Si mi hijo viene bien de su revisión, te llevamos, le dije. Mientras le pregunté, de dónde eres. De madre de Cabo Verde y padre de Senegal, me contestó. Pero también puede ser al revés, porque yo seguía nerviosa, aunque en el fondo estaba deseando hacer el bien, ayudar en la calle a un desconocido.
Serían las diez cuando llegó el bus. Después del abrazo de bienvenida, mi hijo se encaminaba al coche con su equipaje y le digo, este chico tiene un problema. Se lo cuento y contesta, venga, lo llevamos.
Nos subimos los tres en el coche. Él detrás de mi asiento y le pregunto, cómo te llamas.  Ela, me dice. Y le digo, Ela, vas a sacar ahora un cuchillo y me vas a matar, y luego a mi hijo y llevarte el coche. Los dos se rieron. Por qué dices eso. Necesitaba decirlo. Como a veces ayudar a los demás te complica la vida.
Sí, es cierto.
Por el camino pensé en preguntarle si era cristiano o musulmán. Pero ya estábamos en la rotonda de la entrada de Cuevas, donde paramos para que se bajara, y nos dijo, que Dios os bendiga. Que Dios nos proteja a todos, añadí yo. Ya fuera del coche se hizo la señal de la cruz, elevó los brazos al cielo dándole gracias, y salió corriendo.


BeatrizTorres


Mi revolución es exterior e interior

Iba por el borde de una rambla, caminando dentro de una finca de naranjos cercana. Mi intención era llegar a la cima de un montículo, donde habitualmente me siento en postura de yoga e intento hacer unas respiraciones profundas y conscientes, que me ayuden a meditar unos pocos minutos.
Pero cuando quise salir de la finca, me di cuenta de que una valla metálica me impedía acceder al monte libre y salvaje. Seguí caminando, sintiéndome presa en una tierra que considero mía, al igual que de cualquier otra persona, en el sentido de que forma parte de nuestras vidas.
No podía soportar que esto me sucediera, y busqué una salida subiendo, entre pinchos y matojos secos, por una ladera del monte. De repente miré al suelo y una culebra estirada se posaba en medio del camino. Me puse a mirarla y observé las ondulaciones de su cuerpo alargado adaptándose a la orografía del terreno. Qué bella estaba allí quieta sobre las piedras. Oscurecía y al pasar le pisé sin querer la puntita de la cola. Inmediatamente se me revolvió levantando la cabeza, mientras emitía un sonido espeluznante que salía de su boca totalmente abierta. Lo repitió varias veces, hasta que retrocedí con los pelos de punta, y desapareció tranquilamente entre las matas y rocas de una orilla del camino.
Tras esta extraña experiencia, me puse a escuchar sentada en un muro un vídeo que me enviaron el otro día.  Se titula “13 consejos de Buda para cuando la vida se tuerce”. A mí no me entusiasma demasiado el título, porque me parece que los consejos sirven en cualquier momento, pero su contenido es tan bueno y explicativo, que me propuse escucharlo cada día, y eso hice. He aquí un breve resumen: “Las cosas son como son. Si crees que tienes un problema, tienes un problema. El cambio comienza en ti mismo. No hay mayor aprendizaje que equivocarse. Si algo no sucede como estaba previsto, significa que lo mejor está por llegar. Aprecia el presente. Deja el deseo de lado. Comprende tus miedos y sé agradecido. Experimenta alegría. Nunca te compares con nadie. No eres una víctima. Todo cambia. Todo es posible.”
Con el alma ya calmada, regresé a mi casa para cenar. Encendí la radio, y mi ánimo se exaltó al oír de pronto, en el espacio “Videodrome” de Radio3, un programa dedicado a Marx y Engels, titulado “Un sueño revolucionario”.
Comprendí entonces porqué cuando yo tenía dieciséis años quería ser comunista. Y cómo luego mi asignatura favorita era la filosofía del derecho. Para después querer ser budista o taoísta. No importa. Mi religión es Dios y yo.


BeatrizTorres

viernes, 1 de junio de 2018