domingo, 2 de febrero de 2020

Con el alma en los labios


Después de pasar una navidad sin apenas protocolos, sin celebrar por ejemplo la cena de nochebuena, necesitaba hacer algo nuevo al día siguiente. Era el día del nacimiento y de alguna manera tenía que renacer, por eso salí con el coche dirección al mar.
Normalmente voy a Macenas, llego hasta el castillo y aparco por allí, pero esta vez decidí salirme de la carretera al final del último hotel de la playa de Mójacar, antes de entrar en la sierra, y continuar caminando por una vereda, entre las rocas y el mar, pasando al lado de una escultura de piedra natural, muy sugerente, llamada “ Nazareno”.
De este modo llegué a la misma playa de Macenas, ahora con el castillo a lo lejos. La hora seguía siendo buena y el sol calentaba. El mar estaba en calma, me mojé los pies, y luego me dije, por qué no me meto y celebro el solsticio de invierno de una manera insólita para mí.
Dicho y hecho. Había culminado un año con el renacimiento de otro inmersa en el mar, rodeada del cielo y de la tierra.
Por la noche volví a ver “La librería”, y me acosté contenta. Cada día me gusta más esta película de Isabel Coixet: ese personaje recluido en su morada, dedicado a la lectura más exquisita, y capaz de desarrollar la suficiente sensibilidad como para morir de amor y luchar contra la injusticia, sobre todo a partir del encuentro casual con la joven librera, al borde del mar, en medio de una belleza brutal y fascinante del paisaje. Se puede decir que ambos representan el respeto y la armonía entre dos seres humanos que buscan la plenitud de sus vidas.
Muy pronto llegó la nochevieja y descubrí al azar “Qué felicidad la mía”, de María Jiménez y Miguel Poveda, “al estar contigo y amarte con rabia”, “sensación lo que siento dentro de mi corazón”, “y ahora ya mi mundo es otro”. Me enganché de tal forma a esta grabación que la convertí en mi tarjeta de felicitación para el año nuevo, y no paraba de ponerla.
Qué alegría, María, escucharte con esa fuerza después de pasar tres meses muerta, como tú dices. Eso sí que es una verdadera resurrección.
Con esa euforia, y por curiosidad, llegué a leer el estado que Carmen Lorenzo, una autora de novela negra, puso en wasap, y me quedé pillada con el texto titulado “El alma en los labios”. Lo envié a varios de mis contactos como regalo de reyes, incluso se lo leí por teléfono a una sobrina mía:
“Si te quiere, te busca. Si te busca, le importas. Si es que le importas, te cuida. Y si te cuida, te quiere.
Basta de subestimar lo que sientes, basta de justificar a quienes no te tratan como mereces”.



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