miércoles, 23 de abril de 2025

Mi mejor artículo para la Voz

 

Ignatius es el protagonista de la novela que estoy leyendo. Es un personaje entrañable que se muestra tal y como es, sin engaños ni artificios. Como es natural choca con este mundo de apariencias, en el que cada uno ha elegido su rol o más bien se lo han asignado a la fuerza.

No comprende el sistema capitalista que ha erigido el trabajo como fuente de esclavitud, donde no tiene cabida la iniciativa personal regida por la libertad y la justicia. Así se siente una persona solitaria, incomprendida y fracasada. Es imposible que llegue a realizarse plenamente en una sociedad donde la mentira y el dinero se han establecido para quedarse.

Sin embargo, aún conserva un gran sentido del humor, una inteligencia innata y unas ganas inquebrantables de seguir leyendo y escribiendo. Todo ello le anima a continuar viviendo, también gracias a que su madre le da cobijo y alimento.

El día de su cumpleaños quería celebrarlo con unos amigos de la infancia. Se enteró de que se iba a organizar una fiesta en la casa de una conocida y se propuso asistir. Antes consiguió hacer un bizcocho con harina de arroz del que se sentía muy orgulloso, pues hacía años que no cocinaba por culpa de la depresión.

Pero nadie lo invitó, cuando todos sabían que era su cumpleaños. Luego llamó por teléfono a una amiga de su juventud para darle las gracias por su felicitación a través de un SMS, y después de tres o cuatro toques la llamada se cortó. Claro, eran las seis y media de la tarde y seguramente en el continente europeo esa hora debía ser casi de madrugada.

No le quedó otra que enfrascarse en la lectura de Boecio, el último filósofo grecorromano, y su obra “La consolación de la filosofía”. En ese libro se describe el calvario de un hombre justo en una sociedad injusta, según palabras del propio Ignatius.

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