Después de
amanecer con un terremoto en la cama, estoy deseando que llegue esta noche para
ir al concierto de Wu Fei, artista intérprete del Guzheng, la cítara china más
antigua, y cantautora en “Cazadora de Lunas”, en la casa de Juan Grima y
Desirée Halac, en Las Alparatas de Mojácar.
La fuerza de
la amistad es inmensa y la otra noche me encontré con Juan en la plaza de Aljáriz,
en la extraordinaria conferencia que impartió Luis Artero Ridao, dentro del Aula
de Historia Don Gabriel Martínez Guerrero, titulada “La lucha por el agua: 150
años de la muerte de Francisco Ridao Artero”.
Al finalizar
nos quedamos en el bar de la plaza tomando unas tapas riquísimas, y recordamos
aventuras del pasado: Corría el año 1993 cuando Gustavo Villapalos era rector
de la Universidad Complutense de Madrid y eligió el municipio y ciudad de
Purchena, a la que él calificaba “la perla del Almanzora”, como una de las
sedes de los Cursos de Verano de la Complutense.
Entonces
Juan Grima coordinaba los cursos de ese verano e invitó a una serie de artistas
a convertir los recientemente construidos arrestos municipales en improvisadas
salas de exposiciones, dentro de un movimiento artístico denominado
“En-cárcel-arte”.
Una de esas
celdas fue destinada para mí. En ella representé una instalación que consistía
en grandes telas blancas y negras colgadas del techo, las cuales daban un
efecto fantasmagórico al espacio, a la vez que simbolizaban la idea estricta del
bien y del mal. En la pared del fondo escribí con pintura dorada una frase impresionante,
que pensaba que había leído en “Crimen y castigo” de Dostoievski.
Sin embargo,
acabo de encontrármela en la relectura que estoy haciendo de “Los hermanos
Karamázov”: “Un castigo verdadero que consista en adquirir idea de la propia
conciencia”.
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