domingo, 3 de junio de 2018

Mi revolución es exterior e interior

Iba por el borde de una rambla, caminando dentro de una finca de naranjos cercana. Mi intención era llegar a la cima de un montículo, donde habitualmente me siento en postura de yoga e intento hacer unas respiraciones profundas y conscientes, que me ayuden a meditar unos pocos minutos.
Pero cuando quise salir de la finca, me di cuenta de que una valla metálica me impedía acceder al monte libre y salvaje. Seguí caminando, sintiéndome presa en una tierra que considero mía, al igual que de cualquier otra persona, en el sentido de que forma parte de nuestras vidas.
No podía soportar que esto me sucediera, y busqué una salida subiendo, entre pinchos y matojos secos, por una ladera del monte. De repente miré al suelo y una culebra estirada se posaba en medio del camino. Me puse a mirarla y observé las ondulaciones de su cuerpo alargado adaptándose a la orografía del terreno. Qué bella estaba allí quieta sobre las piedras. Oscurecía y al pasar le pisé sin querer la puntita de la cola. Inmediatamente se me revolvió levantando la cabeza, mientras emitía un sonido espeluznante que salía de su boca totalmente abierta. Lo repitió varias veces, hasta que retrocedí con los pelos de punta, y desapareció tranquilamente entre las matas y rocas de una orilla del camino.
Tras esta extraña experiencia, me puse a escuchar sentada en un muro un vídeo que me enviaron el otro día.  Se titula “13 consejos de Buda para cuando la vida se tuerce”. A mí no me entusiasma demasiado el título, porque me parece que los consejos sirven en cualquier momento, pero su contenido es tan bueno y explicativo, que me propuse escucharlo cada día, y eso hice. He aquí un breve resumen: “Las cosas son como son. Si crees que tienes un problema, tienes un problema. El cambio comienza en ti mismo. No hay mayor aprendizaje que equivocarse. Si algo no sucede como estaba previsto, significa que lo mejor está por llegar. Aprecia el presente. Deja el deseo de lado. Comprende tus miedos y sé agradecido. Experimenta alegría. Nunca te compares con nadie. No eres una víctima. Todo cambia. Todo es posible.”
Con el alma ya calmada, regresé a mi casa para cenar. Encendí la radio, y mi ánimo se exaltó al oír de pronto, en el espacio “Videodrome” de Radio3, un programa dedicado a Marx y Engels, titulado “Un sueño revolucionario”.
Comprendí entonces porqué cuando yo tenía dieciséis años quería ser comunista. Y cómo luego mi asignatura favorita era la filosofía del derecho. Para después querer ser budista o taoísta. No importa. Mi religión es Dios y yo.


BeatrizTorres

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