lunes, 30 de marzo de 2020

La sonrisa de un vecino en forma de relato


Menos mal que justo una semana antes de que se decretara el estado de alarma tuve la oportunidad de ir al teatro. Actuaba Alberto San Juan con la Banda en el Teatro Villa de Huércal-Overa. Representaban “Nueva York en un poeta” de Federico García Lorca. Y no me lo pensé dos veces.
Esperé a que llegara mi amigo de Alemania, lo recogí en la estación de Vera y después de descansar un rato nos fuimos al teatro. Aparcamos en la nacional 340, y mi amigo salió corriendo hacia la taquilla para comprar las entradas. Pero no había mucha gente, así que encontramos dos butacas en el centro de la fila número 4, y gocé al máximo de la función.
Admiro mucho a Alberto. Me he reído tanto con él en sus comedias. Ahora nos recitaba los poemas de Federico, además del texto de una conferencia que dio en Madrid a la vuelta de su viaje a América. Qué actualidad. Qué drama social. Qué ruina económica y muerte. La muerte siempre acechando. Paralizados. Asustados. Dominados.
También tuve la suerte de darme un paseo, días antes de que empezara la primavera, por la Rambla de Sopalmo. Como siempre la naturaleza tan generosa, espléndida, dándonos retamas amarillas en flor por doquier, perfumando el ambiente a su alrededor; los montes de Sierra Cabrera repletos hasta su desembocadura en el mar.
Y para colmo de mi dicha, en mi último día de trabajo, desayunando en una cafetería, una compañera me dijo que podía prestarme “Manual para mujeres de la limpieza” de Lucia Berlin. No me lo podía creer, era el libro que andaba buscando, el siguiente que quería leer.
Leyendo noticias sobre Pedro Almodóvar descubrí a esta autora norteamericana. Pedro se ha decidido a rodar en inglés y su próxima película se basará en relatos de ella. Una escritora que murió a principios de este siglo y que se dio a conocer en 2015, cuando sus herederos publicaron esta recopilación de sus mejores relatos bajo el título de uno de ellos.
Es el libro que me está acompañando en el confinamiento al que estamos sometidos. Cada día leo algún relato. Relatos autobiográficos. Relatos auténticos que reflejan una vida dura, difícil, arriesgada, pero que merece la pena vivir aunque solo sea para contarla.
En medio de esta pandemia, cuando todos nos miramos como sospechosos al cruzarnos por el pasillo de un supermercado, la otra mañana pasé con el coche delante de la casa de un vecino que al verme tomó en brazos a su perrita, mientras la acariciaba. Yo le sonreí y él también me miró sonriéndome. Fue maravilloso.






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