jueves, 12 de agosto de 2021

Una aventura en Extremadura

 Era el título del último artículo que quería escribir para la Voz y no lo hice. Dejé de hacerlo ya en julio, y ha sido tan fuerte para mí estar aquí y lo está siendo. Solo quiero llegar viva a mi casa y tampoco enferma. Me afectan mucho  las relaciones laborales, no las soporto. 

En un principio todo me parece bonito, pero luego la realidad es otra. Todo empezó en la estación de tren de Almería, cuando iba a tomar el tren para Sevilla. Estoy hablando con mis hijos, y los viajeros que también esperaban se suben en un autobús azul oscuro, y salen de la estación sin anunciar nada por megafonía. 

Me quedé pasmada mirando el espacio vacío y sin nadie a quién preguntar. Iba a perderlo todo, es decir, mis ilusiones, y salí corriendo a preguntar en información y el señor me derivó a Renfe, que está al lado. Allí me dijeron que el tren salía en media hora de la estación de Huércal de Almería. 

Cogí un taxi como una loca queriendo salvar el primer obstáculo hacia la felicidad. Tenía que llegar a Cáceres pasando por Sevilla. Y firmar el nombramiento.  


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