viernes, 5 de septiembre de 2014

Sangre y dinero

y Caperucita Roja y Tarzán de los Monos y la Huerfanita Annie y Pedro y el Lobo y los Puentes de Londres Derrumbándose y Robin Hood y los Tres Cerditos que fueron al Mercado y la Vieja Dama que Vivía en un Zapato y tenía Tantos Niños sin saberlo, y Blancanieves, y mi madre y mi padre y el instituto y Stanley Greenburg, el matón de la escuela, y mi primer trabajo y el terror a los muros y el asesinato de las horas y los hombres que trabajaban en fábricas junto a mí con mármoles rayados por ojos, su único deseo era conservar un trabajo que ya los ha matado, y después todas las putas que pasaron por mi cama y por mis pobres automóviles, corazones como hachas, yo, de vuelta otra vez en la iglesia católica, mamando la pompa, escupiéndola, resistiendo, el Gato Loco, los Niños de Katzenjammer, y ellos ahí abajo chupándole el culo a un rico estúpido, más por dinero que por falta de sangre; el comunismo no podía resolverlo, la literatura había fracasado, como de costumbre, y el asesinato estaba pasado de moda...

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