Recuerdo este verano a finales de julio. Mi hija y yo teníamos que grabar un vídeo felicitando por su cumpleaños a mi sobrino Cayetano. Yo estaba angustiada, mi vientre lleno de gases y Rosa, una vecina y amiga de mi hija, organizaba una barbacoa en el huerto. También nos grababa. Yo apenas tenía ánimos y me preocupaba no transmitir ninguna alegría. Repetimos varias veces hasta que me dio un golpe de risa por esa situación. Lloré de risa, grité de risa, y el vídeo salió estupendo una vez liberada.
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