Subí al Cabezo María y a la vuelta caminando por la carretera me encontré con la luna nueva. La echaba de menos, miré al cielo y allí estaba, la alegría fue inmensa, pero en la tierra me esperaba un suceso desconcertante. Viene un coche de frente y noto cómo me mira al pasar y yo me quedo con la cara de un hombre con bigote. Se para nada más rebasarme y se gira dando la vuelta y se pone a mi altura. Lo primero que me dice es que no habla español pero que me puede llevar al pueblo, yo le digo que gracias, que vivo cerca, antes de llegar al pueblo, a la vez que le señalo los cortijos que se ven al fondo a lo lejos, como si allí estuviera mi casa. Él acepta mis explicaciones y se va.
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