miércoles, 3 de febrero de 2021

DOS DE FEBRERO

Lo primero que leí, estando todavía en la cama, fue un poema que me envió mi antiguo profesor de filosofía del instituto. Lo releí queriendo comprenderlo. Era un soneto, pero a mí no me llegaba al corazón y no le saqué punta, como creo que él me pedía.

Y lo primero que hice fue felicitar a mi cuñada Candi, por ser el día de la Candelaria y también su cumpleaños. Pero vio la felicitación y no me contestó en todo el día. Ella es muy religiosa católica, me parece que forma parte de una secta, y durante un tiempo yo llegué a odiarla. Se ve que ahora es ella la que me odia.

Pero lo más importante es que conseguí escribir de una manera fluida, que era lo que yo pretendía. Narrar todo lo que es mi día a día sin ninguna otra pretensión. Se me hicieron las once de la mañana para empezar, pero una hora más tarde ya tenía el texto. Qué alegría. Ya podían desaparecer el resto de las horas y de la vida.

Me llegó un mensaje de la Cruz Roja informándome de unos cursos para desempleados. Son cuatro. De entrada me gustó el de celadora, pero al final me he decantado por el de actividades auxiliares agroalimentarias. Podría aprender mucho sobre el cultivo de plantas y eso me parece muy interesante teniendo un pequeño huerto delante del cortijo, donde puedo practicar como estos días podando la viña. Aparte de que existe la posibilidad de hacerlo en empresas privadas, además de conseguir un puesto de trabajo.

Eso sería el colmo, cómo alcanzar la independencia en la edad adulta. Me gustaría desprenderme de todas las ataduras matrimoniales y la más fuerte es la económica. Si analizo mi vida matrimonial la encuentro impregnada de machismo y de los males derivados de ello. Machismo no solo por su parte, soberbia, ira y egoísmo, sino también por la mía, sumisión, dependencia y falta de iniciativa.

¿Podría vivir una vida plena, plenamente mía antes de morirme? Esa es la pregunta. Significaría un empoderamiento femenino, pero me pasa como a Isabel Coixet, no me gusta esa palabra.

Lo que sí me ha gustado es conocer a través de su película Nieva en Benidorm a la poeta Sylvia Plath. Me empapé de ella leyendo un artículo maravilloso en la web el club de los poetas suicidas.

Impresionante su vida y su obra. Creo que en sus versos he encontrado mi epitafio:


"a los que buscan

aunque no encuentren


a los que avanzan

aunque se pierdan


a los que viven

aunque se mueran"


Al oscurecer salí a pasear y me encontré con Julie, que estaba dando de comer a sus caballos. Me desahogué con ella hablándole de la situación que vivo diariamente con mi hijo diagnosticado de TEA, más concretamente de Asperger, y seguramente enfermo de otros trastornos mentales más que no llegamos a descifrar por ahora con ningún profesional que nos topemos, porque su vida es muy infeliz y no tiene voluntad para hacerla de alguna manera más satisfactoria, y yo no sé cómo ayudarle, aparte de estar a su lado, y darle algún abrazo que otro.

Julie me escuchó y lo más sorprendente es que me dijo que yo desprendía una paz, una armonía y una  sinceridad que daba gusto hablar conmigo.

Gracias, Julie. Yo creía que me estaba destruyendo, pero todavía queda algo de mí que los problemas no me dejan ver. También hablamos de mi último viaje en septiembre a Cabo de Gata. Un paraíso como Robinson Crusoe.

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